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UNION PERSONAL

Paz, Pan y Trabajo

La consigna PAZ, PAN y TRABAJO que una vez más promueve el sindicalismo constituyen una imperiosa necesidad para la vida de todos los argentinos.

Enraizada en las banderas históricas del peronismo, actualmente coinciden plenamente con el ejemplo moral del Papa Francisco en su prédica constante de asumir la defensa de los valores esenciales del ser humano; PAZ, PAN y TRABAJO es la base para construir una sociedad democrática, plural y solidaria.

Por eso frente a un tiempo marcado por los desafíos la C.A.T.T. quiere cumplir con la obligación de señalar las amenazas que se ciernen sobre nuestra sociedad y las inmensas oportunidades que no deben ser desaprovechadas.

LA PAZ Y EL PAN

No hay desarrollo ni paz cuando millones de argentinos viven bajo la condena de la pobreza. Este es el gran dique que impide el desarrollo integral de nuestros compatriotas que aguardan mejor suerte.

La pobreza es un escándalo que ninguna persona honesta puede negar constituyéndose en la principal amenaza para el futuro nacional, para la paz y la convivencia. ¿Qué Argentina estamos construyendo con esa inmisericordia de la política para con la pobreza? En otra dimensión ¿puede haber desarrollo con una sociedad amenazada cotidianamente por la inseguridad y el narcotráfico? La creciente presencia y la nebulosa actitud de los poderes públicos con el narcotráfico, es un peligro para la paz social. La droga, el incremento del consumo interno, el dramático segundo lugar en el continente como consumidores de cocaína por habitante, el tercer puesto mundial como exportador de droga, la masiva importación de efedrina, las muertes y asesinatos en el conurbano rosarino, cordobés o bonaerense, son las consecuencias presentes de la ausencia de un compromiso de la política para enfrentar a esa lacra social madre de una nueva violencia que reproduce la sombra creciente del miedo en la vida ciudadana.

La inseguridad, los delitos con violencia, son moneda corriente entre nuestros compañeros ¿cuántos dedos de choferes se deben contabilizar para tomar medidas y formular un plan? Los trabajadores del transporte sostienen que reconocer la verdad de los hechos, sentarse a dialogar y a respetar a los otros es parte de cualquier solución. No hay vocación de paz si hay vocación de excluir al otro. Ninguno de los acuerdos o de las batallas colectivas por la paz social pueden tener éxito si no están basadas en la construcción de vidas material y espiritualmente satisfactorias para todos y cada uno de los miembros de la sociedad. Millones de hermanos carecen de las condiciones dignas de vida.

El pan del progreso requiere de la acumulación de lo previamente logrado, del continuo ascenso del salario real, acompañado del incremento de la productividad, es esa la condición necesaria para la construcción del progreso. Si bien hemos recuperado las Convenciones Colectivas – lo que celebramos como una conquista fundamental – no es menos cierto que estos años de gran crecimiento apenas permitió seguir la estela de la inflación…nunca participamos de las ganancias. Con los salarios, los trabajadores que somos la inmensa mayoría de la ciudadanía, aportamos recursos tributarios para ser administrados por el Estado en sus diversos niveles. La aplicación de esos recursos, que han sido inmensos en los últimos años, no ha tenido consecuencias relevantes como lo demuestran las carencias sociales que denunciamos. Podrá argumentarse que mucho se ha hecho; lo relevante es que las carencias siguen siendo enormes.

La estructura tributaria argentina es profundamente regresiva y está lejos de ser cooperativa con el desarrollo de las fuerzas productivas, tanto por las normas como por la aplicación de las mismas. Es sabido que en la concepción de la estructura tributaria se define un modelo de país. Y nadie puede sostener que una estructura tributaria que castiga el fruto del trabajo y premia el fruto de la especulación, responde a una sociedad preocupada por el pan de los argentinos. La prueba más contundente es que mientras los trabajadores asalariados están obligados a tributar por un impuesto a las ganancias, en razón de una deformación del espíritu de la ley el proceso inflacionario no es tenido en cuenta por el aparato tributario. A esa tributación, que existe de una aplicación impropia de la ley, se suma a los varios impuestos al trabajo. La carga sobre el salario es enorme y desproporcionada. Mientras tanto la especulación financiera, el juego, los consumos suntuarios y otros actores de mayor capacidad tributaria están exentos de todo impuesto.

Los trabajadores del transporte en nombre de la visión del mundo del trabajo y de la producción, exige participar en la puesta en discusión de toda la estructura tributaria del país.

EL TRABAJO

El trabajo es un derecho. La falta de trabajo, el desempleo, es la medida de fracaso de todo sistema económico. Pero cuando hablamos de derecho hablamos de trabajo digno en el marco de la ley. El trabajo no es la explotación de la fuerza creativa de unos por otros, sean estos privados o públicos. El trabajo digno lo es tanto en el progreso económico en que se realiza, como también es la relación con el ambiente natural y social. El movimiento obrero lucha por la dignidad del trabajo en esa dimensión. Ese trabajo como derecho respetado y ejercido por todos es la fuente originaria del pan y de la paz. No hay ni pan ni paz sin trabajo digno. Nuestro país sufre las consecuencias que el 36 por ciento de los trabajadores empleados no están protegidos por las leyes, los trabajadores ‘’en negro’’ carecen de seguridad social y nada permite asegurar que las condiciones de trabajo respondan a todos los beneficios laborales propios de una sociedad civilizada.

Quienes emplean trabajadores en esas condiciones de explotación pertenecen tanto al ámbito privado como al público y en ambos casos las contrataciones se realizan apelando a diversos incumplimientos de las normas. Muchos trabajadores, que aparecen como tales en las encuestas de empleo y desempleo, se encuentran en un franco régimen de sub ocupación y otros reciben aportes públicos a través de planes, estos medios, sin duda, ayudan a la subsistencia pero también contribuyen a negar el derecho a un trabajo digno para ganar el pan del SXXI.

La C.A.T.T. como parte del movimiento obrero lucha por una sociedad de trabajadores y productores, porque el trabajo dignifica y la producción acrecienta el valor del pan colectivo. La realidad del presente señala que las inversiones realizadas en el país destinadas al incremento del nivel de empleo productivo están muy por debajo de las posibilidades, en este sentido basta recordar la fuga de capitales, la caída las exportaciones, el déficit energético, etc.

En nuestro país está todo por hacer. Un territorio en el que tal vez se pueda duplicar la cantidad de tierras explotadas y que tal vez pueda multiplicar las tierras irrigadas; incorporar nuevos cultivos y ganar nuevos mercados; un territorio en el que existe un gigantesco potencial minero y energético que, debe ser explotado pensando en el presente y las próximas generaciones; una sociedad que ha logrado avances destacados a nivel mundial en ciencia, tecnología e innovación tiene que superar el estado actual de dependencia industrial y ensamblaje, fortaleciendo el encadenamiento de los eslabones de valor.

Nada de eso se puede lograr sin una visión de largo plazo y sin un plan de transporte ferroviario, aéreo, marítimo, portuario y vial. El trabajo digno y productivo es la condición necesaria para que el pan, en el sentido del SXXI, esté disponible para todos y es por eso que el trabajo es la condición necesaria para la paz.

PAZ, PAN y TRABAJO es mucho más que una consigna. Es un programa en que la C.A.T.T. se siente protagonista y comprometida con el destino nacional. En las entrañas del presente están las armas del futuro. Los trabajadores organizados hoy, como siempre, estamos dispuestos a ir en su búsqueda; nada se logra sin trabajo y sin pan porque la ausencia de estos factores arriesga la paz social.

Los que aspiran a gobernar, deben hacer explícito su compromiso con el pleno empleo, cuál programa y qué instrumentos serán los que van a garantizar sus proclamas de campaña, porque no será el pueblo trabajador el que sufra las consecuencias de los errores, desaciertos y vacíos de las políticas públicas.

Nuestro país está plagado de oportunidades, solamente la persistencia en continuar haciendo las mismas cosas de la misma manera ha logrado desaprovecharlas.

                                                                                                                    CONSEJO DIRECTIVO

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